Adam Smith en Iberoamérica en el siglo XIX

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Jimena Hurtado por AdamSmithWorks

26 de Junio, 2019
El nombre de Adam Smith y sus trabajos en Iberoamérica[1] están relacionados con la emergencia y la consolidación de un ideología liberal en la región. El liberalismo se vuelve particularmente influyente durante el siglo XIX, asociado con el proceso de Independencia de la Corona española entre los años 1810 y 1830. Este tipo de liberalismo está asociado con aquel proveniente de las Cortes de Cádiz (1808-1814), reconocido como el primer liberalismo español, incluso si las reformas liberales en Hispanoamérica datan de finales del siglo XVIII. En consecuencia, es posible afirmar que el liberalismo corresponde al periodo de la Independencia y las influencias que llevaron a este proceso, y que se desarrolló durante el siglo XIX con diferentes grados de influencia en cada país. Para algunos, el periodo entre los años treinta y sesenta del siglo XIX marca el apogeo y la llegada al poder del liberalismo, mientras su decadencia se asocia con los últimas décadas del siglo.
 
A la búsqueda de fundamentos filosóficos y teóricos para la reforma del gobierno colonial y de sus instituciones y con el fin de construir nuevas repúblicas modernas, los líderes de la región buscaron inspiración y guía en pensadores a quienes asociaban con la promoción de la libertad individual, la economía de mercado, el gobierno representativo y el método científico. Estos líderes leyeron y utilizaron a Adam Smith para avanzar y apoyar sus argumentos en pro de la apertura de los mercados y de la participación de las nuevas repúblicas en la economía mundial[2].
 
Sin embargo, es posible que buena parte de estos líderes no hayan leído a Smith directamente en inglés. Cuando leyeron sus libros, lo hicieron en las traducciones disponibles al español y al francés, la mayoría recortadas, parciales o ajustadas a las inquietudes e intereses de los traductores y del momento. Tan solo partes de la Investigación sobre la Naturaleza y Causas de la Riqueza de las Naciones fueron traducidas al castellano y no sería sino hasta 1956 cuando se tendría acceso a una traducción completa e i modificada de la obra[3]. José Alonso Ortiz fue el primer traductor al español de la Riqueza de las Naciones. La primera edición de esta traducción se publicó en 1794 y dos ediciones más aparecieron en 1804-5 y en 1933-4. Antes de la primera edición de su traducción Ortiz declaró frente al tribunal de la Inquisición asegurando no haber incluido los detalles que contradecían la doctrina católica y afirmando haber introducido algunos cambios sobre la tasa de interés y la usura para cumplir con las condiciones impuestas por la Inquisición de manera que se autorizara la publicación. No obstante, Ortiz debió presentarse frente a varias cortes e incorporar más correcciones para finalmente contar con la autorización de publicación. Una lectura detallada comparando el original y la traducción muestra que también cambió algunos pasajes de la discusión de Smith sobre la colonización y el libre comercio, y que buena parte de sus referencias a España, la Corona española y la Iglesia católica fueron revisadas. 
 
Podemos ver entonces que la censura juega un papel importante en la recepción y difusión de las ideas de Smith en Iberoamérica, al igual que sucede en España. La influencia del catolicismo y el poder de la Iglesia hacía que los funcionarios públicos fueran, por lo menos, cautos y se preocuparan por los posibles efectos de la Revolución francesa y su mensaje anti-religioso. Aunque textos de autores de la Ilustración fueron traducidos al castellano, la mayoría de ellos fueron sometidos a un implacable escrutinio y fueron objeto de censura religiosa y política. En consecuencia, Smith, como otros, fue leído y discutido sobre todo de forma indirecta, y sus ideas fueron interpretadas y adaptadas a las condiciones específicas del momento histórico. 
 
A pesar de la censura oficial, la circulación de ideas entre Hispanoamérica, España y el resto de Europa se incrementó de manera dramática en el siglo XVIIII y continuó en el XIX. El final del siglo XVIII fue testigo de un número creciente de europeos que llegaron a la región, algunos como funcionarios públicos y miembros de expediciones científicas promovidas por la Corona española. Los iberoamericanos también viajaron a Europa, muchos de ellos por estudios, y establecieron contactos y mantuvieron correspondencia con pensadores europeos. Estos intercambios permitieron la creación de importantes bibliotecas privadas donde se podían encontrar las ediciones franceses de los trabajos de Smith. Las reformas borbónicas del siglo XVIII, en especial aquellas promovidas por Carlos III, condujeron a un ambiente favorable para las ideas de la Ilustración incluyendo la discusión de reformas económicas, Los hispanoamericanos tuvieron acceso a estas ideas, entre otros, a través de los trabajos de Gaspar Melchor de Jovellanos y Pedro Rodríguez de Campomanes, políticos y economistas españoles que conocían la obra de Smith. La economía política era considerada como parte del arte del gobierno y de la legislación, tal como Smith y Jean-Baptiste Say la habían definido, y se pensaba que era un componente de la aproximación moderna, científica y pragmática a los asuntos públicos que requerían las nuevas repúblicas. Muchos, en especial durante el siglo XIX, entendían a la economía política como el estudio de las causas morales de la riqueza. En consecuencia, veían un vínculo directo entre las políticas económicas y la formación de ciudadanos modernos e ilustrados que representaban el principal objetivo de buena parte de los liberales de la región. 
 
Algunos pensadores destacados como Juan Bautista Alberdi en Argentina dedicó páginas de sus últimos trabajos a la obra de Smith. Alberdi, participante de la Generación del 37, combatió la dictadura de Juan Manuel de Rosas y terminó en el exilio. Al regresar a Buenos Aires publicó un libro que se convirtió en la base de la constitución argentina de 1853. Como otros pensadores iberoamericanos Alberdi usó y adaptó las ideas de Smith para apoyar y promocionar sus propias ideas económicas. Alberdi creía que el trabajo y no la tierra era la fuente de la riqueza y movilizó la Riqueza de las Naciones para apoyar sus argumentos. También transformó la diferencia entre trabajo productivo e improductivo de Smith para asociar el primero a la inteligencia y el trabajo libre capaces de producir bienes útiles. Manuel Belgrano, protagonista de la Independencia argentina, antes de Alberdi leyó y transformó las ideas de Smith para defender el interés propio como la principal motivación del comportamiento humano y para promover la agricultura para lograr la incorporación de su país en el comercio internacional. Antonio Nariño, precursor de la Independencia de la Nueva Granada, conocía bien la obra de Smith y lo citaba sobre la división del trabajo. Estos son apenas algunos ejemplos de cómo las ideas de Smith y su mensaje fueron adaptados, transformados y a la vez mezclados con otras visiones, en ocasiones aun contradictorias, para apoyar las posiciones y las visiones de los pensadores y líderes de la región. 
 
Hacia finales del siglo XVIII, antes de que la idea de Independencia estuviera completamente desarrollada, varios pensadores y figuras públicas usaron, en particular, las teorías de los fisiócratas y de Smith para defender la eliminación de las barreras comerciales que perjudicaban a toda la nación española. Defendían la promoción de nuevos sectores y cambios en diversas regulaciones comerciales y productivas. Al adaptar estas ideas a sus propios contextos pudieron proclamar un lugar primordial para la agricultura. El comercio era visto como un instrumento para promover y desarrollar la explotación de recursos naturales, los cuales, en ese momento, eran vistos como la fuente principal de recursos de la región. Descubrir y utilizar la riqueza natural para beneficiar a toda la nación española era parte importante del pensamiento económico en Iberoamérica en la época. La Independencia significo una ruptura con la organización económica colonial y forzó la formulación e implementación de nuevas reglas obligando a los nuevos gobernantes a buscar fuentes nuevas y diferentes de ingreso para poder hacer frente a los costos de la guerra y de la construcción de nuevas repúblicas. Los cambios en la regulación económica así como en la estructura productiva se produjeron a ritmos diferentes y con diferentes énfasis en la región. Empezaron con la eliminación de los privilegios militares y religiosos, incluyendo la expropiación de las propiedades de algunas órdenes religiosas, la abolición de monopolios de Estado y de tarifas, la redefinición de derechos de propiedad y la búsqueda y consecución de fuentes extranjeras de inversión. Este era terreno fértil para la discusión de ideas, teorías y políticas económicas, enriquecida con la llegada de libros y mercaderes de Europa a los puertos recién liberados, logrando un apoyo generalizado para el libre comercio. 
 
En este contexto, Smith hacía parte de la inspiración general que alimentaba las ideas liberales. Estas teorías inspiradoras, que dieron fundamento a los proyectos políticos de construcción de naciones modernas, fueron transformadas y adaptadas no solo a las condiciones materiales de la región sino también a las creencias locales. En especial, Hispanoamérica conservó su profundo arraigo religioso. Incluso si los pensadores y políticos liberales estaban claramente opuestos al poder y la influencia de la Iglesia católica, adaptaron las ideas económicas liberales a lo que consideraban las principales lecciones del catolicismo. Luchando contra la acusación de materialismo y ateísmo utilizada por los conservadores contra ellos, muchos liberales hispanoamericanos buscaron demostrar que no había contradicción alguna entre la doctrina católica y el liberalismo político y económico. El mercado, en especial un mercado menos regulado, estaba en capacidad de integrar las diferentes regiones, promovía la cooperación entre individuos y podía lograr mejores condiciones de vida para todos. Estas mejores condiciones gracias a la cooperación estaban en línea con la caridad cristiana y las relaciones pacíficas entre habitantes. Por lo tanto, el mercado se presentaba como un aliado del interés general que podía ayudar a los más pobres, especialmente las minorías étnicas, quienes podrían gozar de mayores oportunidades y ser tratados de manera justa y respetuosa. Esto no significó que se promoviera o se adoptara un total laissez-faire porque se creía que el gobierno aún tenía un rol importante que desempeñar en la promoción de la industria, y la provisión de bienes públicos como educación e infraestructura así como en garantizar que el bienestar individual siempre estuviera acorde con el interés general. 
 
En consecuencia, Adam Smith no era asociado en la Ilustración Escocesa sin como parte de un movimiento mayor liberal europeo en economía que incluía a otros como Richard Cobden, Frédéric Bastiat y, especialmente, Jean-Baptiste Say[4], probablemente el economista más influyente en Iberoamérica en el siglo XIX. Las ideas de Smith, por lo tanto, fueron leídas sobre todo a través de estos autores, especialmente Bastiat y Say, por lo que tuvo una influencia y una difusión mediada e indirecta. Más aún, todos estos autores eran leídos a través de un lente nacional buscando soluciones prácticas a los problemas propios de la construcción de nuevas repúblicas. En consecuencia, este visión pragmática transformó, mezcló y reinterpretó las teorías y las lecciones del liberalismo y adaptó sus teorías y lecciones a las necesidades específicas, concretas y urgentes del momento. El liberalismo en Iberoamérica tuvo diferentes interpretaciones y aplicaciones convirtiéndolo en algo experimental y llevando a diferentes resultados en diferentes países y periodos. 
 
Este contexto particular de cambio y experimentación continuos también explica por qué el vehículo privilegiado para la discusión y la difusión de ideas eran los periódicos. En 1801, por ejemplo, Jorge Tadeo Lozano fundó el Correo Curioso, Erudito, Económico y Mercantil de la Ciudad de Santafé de Bogotá, el primer correo privado que existió en el Virreinato de la Nueva Granada. Durante diez meses, como otros periódicos que existieron durante el siglo XIX, el Correo Curioso defendió un proyecto de sociedad que seguía los preceptos de la economía política como los fisiócratas y Smith los habían defendido para promover la agricultura, la educación popular, la ciencias físicas y naturales y el comercio. Un periódico con fines semejantes fue fundado en Buenos Aires por Juan Hipólito Vieytex, y discusiones, citas y menciones de Smith y de los principios de la economía política también aparecieron en periódicos chilenos. Smith también fue recomendado en cursos de economía política en Chile, Colombia, Perú, Guatemala y Cuba, y sus ideas y su obra fueron mencionadas en discusiones legislativas en diversos países de la región. Sin embargo, existe escasa evidencia de análisis sistemáticos de la Riqueza de las Naciones y menos aún de la Teoría de las sentimientos morales. Como mencionamos arriba, Smith fue utilizado para enriquecer el pensamiento económico práctico y aplicado así como su autoridad fue movilizada para promover proyectos económicos específicos en conjunto con otros economistas, en especial, Say, cuyos textos reemplazaron por completo los de Smith en la enseñanza de la economía política. 
 
Incluso si es difícil de establecer la influencia precisa de Smith en Hispanoamérica en el siglo XIX, sus ideas eran conocidas y discutidas a través de los trabajos de otros, especialmente Say. Las ideas de Smith fueron adaptadas y transformadas para apoyar y promover posiciones liberales, en la mayoría de los casos, procurando hacerlas compatibles con la fuerte e influyente tradición católica. Como parte del proyecto liberal el pensamiento de Smith fue adaptado y mezclado con otras aproximaciones que buscaban insertar a Iberoamérica en la economía mundial, y de manera más amplia, modernizar a la región y a sus ciudadanos. 
 




Referencias
 
Chaparro, G., Gallardo, A., (2015), “El pensamiento económico de los primeros economistas colombianos”, Lecturas de Economía, 83, pp.229-253.
 
Indavera, L., (2016). “La recepción de Adam Smith en Juan Bautista Alberdi”, Estudios de Filosofía Práctica e Historia de las Ideas, 18, pp. 1-5. 
 
Jacobsen, N., (2007). “’Liberalismo tropical’: cómo explicar el auge de la doctrina económica europea en América Latina, 1780-1895”, Historia Crítica, 34, pp. 118-147. 
 
Jaksic, I., Posada-Carbó, E., (eds.) (2011). Liberalismo y Poder. Latinoamérica en el siglo XIX. Santiago, Chile: Fondo de Cultura Económica. 
 
Molero Hernández, P. (2015), “Translation and Reception of The Wealth of Nations by Spanish and Latin American Authors during Eighteenth and Nineteenth Centuries”, Open Journal of Social Sciences, 3, 46-57. http://dx.doi.org/10.4236/jss.2015.35008
 
Reeder, J., Cardoso, J. L., (2002), “Adam Smith in the Spanish- and Portuguese-speaking World” in K. Tribe (general ed.), H. Mizuta (course consultant) A Critical Bibliography of Adam Smith, London: Pickering Chatto, pp. 184-197.
 
San Julián, J. (2011), Los avatars de la primera traducción de la Riqueza de las naciones al español, Universitat de Barcelona. 
 
Smith, R. S., (1957), “The Wealth of Nations in Spain and Hispanic America, 1780-1830”, Journal of Political Economy, 65:2, pp. 104-125. 
 
Trincado, E. (2015), “The translation into Spanish of the Theory of Moral Sentiments by Adam Smith” R.P. Hanley (guest ed.), F. Forman (ed.), The Adam Smith Review, 8, pp. 37-52.

[1] Iberoamérica o Hispanoamérica se refiere a los países de habla española o castellana en el subcontinente. Estos países, a pesar de su heterogeneidad, comparten características históricas comunas que son relevante al entender la influencia y la recepción de Adam Smith en la región. [2] Algunos de ellos, como el colombiano Salvador Camacho Roldán (1827-1900), también utilizaron la autoridad de Smith para defender estructuras impositivas simples y progresivas. [3] Existe evidencia mostrando que Pedro Rodríguez, conde de Campomanes, comisionó una traducción en 1770. Una traducción parcial al español del resumen en francés elaborado por el Marqués de Condorcet hecha por Carlos Martínez de Irujo fue publicada en 1792. En el mismo año el libro fue incluido en el Índice de la Iglesia Católica y, por lo tanto, prohibido. Si bien Martínez consideraba a la Riqueza de las Naciones como el mejor libro jamás escrito en economía política, también reconocía que sufría de problemas en la aplicación de sus principios, lo cual explica, por ejemplo, por qué esta traducción no incluye la discusión de Smith sobre la religión y el sectarismo. La traducción no mencionaba a Smith. La primera traducción completa al castellano de la Teoría de los Sentimientos Morales, fue publicada en 1997. Una traducción parcial apareció en 1934.  [4] Los libros de Say y, en particular, su Tratado de economía política, publicado en 1803, fue traducido de manera inmediata al castellano (1804) y hacía parte de muchos programas de educación superior en diferentes países de la región.